Devocional Semanal
Lunes 11/11
UN ALMA PRÓSPERA
«Todos los años Elcana subía de su ciudad para adorar y para ofrecer sacrificios a Jehová de los ejércitos en Silo … cuando llegaba ese día Elcana daba a Penina su mujer, a todos sus hijos y a todas sus hijas, a cada uno su parte. Pero a Ana daba una parte escogida; porque amaba a Ana, aunque Jehová no le había concedido tener hijos. Y su rival Penina la irritaba, enojándola y entristeciéndola, porque Jehová no le había concedido tener hijos. Así hacía cada año; cuando subía a la casa de Jehová, la irritaba así; por lo cual Ana lloraba, y no comía…» 1 Samuel 1:3-28 RVR
Año tras año, una y otra vez Ana debía luchar con pensamientos negativos provocados por situaciones estresantes y agobiantes que generaba su rival Penina en su alma, sin embargo, Ana no se enfocó en hacerle mal a su rival, tampoco se aferró a su pasado para generar depresión ni en su futuro para vivir en ansiedad, lo que Ana decidió hacer fue derramar delante de Jehová su alma que estaba siendo afligida. Ella vio una oportunidad, creyó en la capacidad de Dios de crear lo que su cuerpo no podía crear, ella sabía que la fuente de su plenitud venía de Dios.
Una de las enseñanzas que podemos encontrar en Ana es poder entregar al Señor todo aquello que nos está afectando en nuestro interior provocando que nuestra alma no se sienta plena, es por esto que el llamado del apóstol pablo es que continuamente le entreguemos al Señor lo que afecta nuestro corazón (Filipenses 4:6-7) pero otra enseñanza que también nos muestra este relato de Ana es la importancia de poder pedir no conforme a nuestros propios deseos sino conforme al corazón de Dios (Santiago 4:3) ya que esto nos hace tener un alma próspera, entendiendo así lo que significa una verdadera prosperidad que es el crecimiento de nuestra alma (3 Juan 1:2 Trad. Septuaginta)
Muchas veces nosotros mismos nos vemos envueltos en situaciones angustiantes que generan emociones negativas en nuestra alma y nos hacen perder nuestro objetivo, ocupando nuestra mente y corazón en cosas que nos llevan a extraviar nuestra alegría y sin darnos cuenta afectamos a quienes están a nuestro alrededor. Con esto nos damos cuenta de que un alma prospera no es solo cumplir las metas personales, sino que cumplir el propósito que Dios tiene para nosotros y nuestra familia que en este caso era levantar una familia sacerdotal con Samuel.
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